lunes, 12 de diciembre de 2011

Verano... amargo verano

[Sevilla, kilómetro 0]
Iba camino de Alicante en coche, tenía mis auriculares puestos, estaba en mi mundo. Llovía, tronaba, era una tormenta de verano. Las gotas del cristal caían, parecían mis lágrimas, cuando marché de mi querida Sevilla. Como añoraré La Giralda, mi dulce Giralda que al despertarme la miraba y me decía "Adelante, comete el mundo." Pero lo que más añoraré de mi Sevilla, serán mis amigos. Ya no quedaré a las seis en el ayuntamiento, como solemos hacer todos los sábados.
Pero me espera Alicante, no conozco a nadie, no sé nada de esa ciudad, me han dicho que es más pequeña, así que me tocará analizar cada uno de los recovecos de esta misteriosa ciudad.
[2 horas después]
La tormenta ha cesado hace tiempo, estoy pasando por una ciudad llamada Villena, un nombre realmente extraño, pero he podido contemplar un maravilloso castillo; mi padre me ha dicho que por esta zona hay bastantes; pararía el coche para contemplar esa maravillosa escultura, pero no conduzco el coche.
[1 hora más tarde]
Estamos en Alicante, mi primera impresión es que no es tan grande como decían. Mi padre me ha contado el secreto que venía guardando desde que partimos: Voy a vivir en frente de la playa. Ahí donde anochece, lo podré contemplar todos los días, la mejor visión que puede ver el ser humano, lo haré todos los días, no me lo creo aún.
[Pasados 30 minutos]
Acabamos de entrar a mi nueva casa, mi hermano lo primero que ha hecho ha sido subir las escaleras. Hemos escogido nuestras habitaciones, lo hemos colocado casi todo, y toca descansar de cuatro horas de viaje, además es de noche. Mi padre acaba de volver con un plato de arroz para cada uno, realmente está muy bueno. Pero se está haciendo tarde y toca irse a dormir.
[Día 1]
Me ha despertado el ruido de las olas, aunque tampoco ha sido una noche fácil, porque estoy acostumbrado a mi cama de Sevilla. Como no quería quedarme parado decidí salir a dar una vuelta, me puse mis zapatillas, cogí los auriculares y la chaqueta y me fui a correr por la playa. Lo primero de lo que me pude dar cuenta fue de que no estaba solo; muchísima gente salía también a correr, pero  yo quería ir más allá que todos ellos, quería conocer Alicante.
En dos horas me vi toda la ciudad de Alicante, y desafortunadamente caí en la arena. No había nadie cerca, pero en cuestión de minutos se acercó una chica; era de mi estatura, tenía los ojos negros brillantes y el pelo rizado y castaño; me preguntó:
-¿Estás bien?
-Sí - contesté por orgullo, pero realmente me dolía el pie, no era gran cosa- Pero me cuesta andar.
- Te ayudo, si quieres -dijo la chica.
- Sí, por favor- contesté a su propuesta.
Me llevó hasta mi casa, y me estaba dando cuenta de que era la chica más guapa que habían visto mis ojos. Así que me armé de valor y le pregunté su nombre. Nos presentamos formalmente, se llamaba Andrea, yo le dije mi nombre:
- Roberto, bonito nombre - dijo Andrea
- Pues el tuyo también es bonito - le respondí el piropo.
Quedamos por la tarde para ir al médico, pero yo no sabía donde estaba. Vino a mi casa y nos fuimos a que me viera un hombre doctorado en medicina. El médico estaba a diez minutos de mi casa, pero yo con tal de estar más tiempo con ella iba más lento haciendo un poco de teatro. Llegamos en veinte minutos. El médico me dijo que solo era una fractura leve, que no hiciese mucho esfuerzo y que no corriese en una semana. Parecía ser bueno, al final no ha sido para tanto.
Salimos de allí, no me gustó mucho visitar por primera vez el médico de aquella manera. Fuimos paseando por la orilla del mar, hasta que llegando al puerto, me dijo:
- Yo me quedo aquí
Nos despedimos, y me di cuenta de que vivía en un barrio lleno de bungalows, además, estaba a dos calles de mi casa. Me armé de valor, y le pedí su número de teléfono. Nos intercambiamos los números y me fui a casa.
Eran las once de la noche y me aburría, pero no era un aburrimiento cualquiera, estaba aburrido de no estar con ella. Necesitaba verla, le amaba. Le envié un mensaje: "A las 00:00 en el muelle nº14" Era exactamente el que estaba entre su casa y la mía.
Sonaron las campanas del reloj, era la hora dicha. La vi venir desde la calle de arriba.
Nada más llegar, le di un beso en la mejilla; ella se puso roja, como un tomate, me dio la mano y nos fuimos dando un paseo por la playa. Durante todo el trayecto, no dijimos ni una sola palabra. Quería saber si ella también me amaba como la amaba yo. Cuando nuestro trayecto iba por la mitad, ella se paró, me miró y entonces supe que era el momento: "Se que te acabo de conocer, pero me da igual, te quiero". Ella me contestó con un: "Yo también". Desde aquel mismo instante supe lo que realmente era el amor. Acabamos el paseo por la playa cerca de la una de la madrugada, en la puerta de su casa ella se inclinó hacía mí y me dio un beso, no era la primera vez que besaba a una chica, pero esta vez fue tan especial para mí, que cuenta como si fuese el primero. Nos despedimos, y yo regresé hacía mi casa, por primera vez desde que llegué a Alicante, feliz.
[Día 2]
Me levanté de la cama tan rápido como un relámpago caído del cielo. Lo primero que hice fue mirarme en el espejo, para asegurarme de que lo vivido el día anterior no era un sueño. Lo ocurrido era verdad, me dolía el pie y además en el móvil tenía un mensaje de Andrea: "Esta tarde a las seis en el muelle 14, Te quiero". Tenía la mañana libre, así que decidí llamar a mi amigo Adrian, le conté la historia, él no se lo creía, así que le invité a venir. Me dijo que podría venir a la semana que viene.
Continuará...
Es que hay pereza xD

1 comentario:

  1. "Acabamos el paseo por la playa cerca de la una de la madrugada, en la puerta de su casa ella se inclinó hacía mí y me dio un beso, no era la primera vez que besaba a una chica, pero esta vez fue tan especial para mí, que cuenta como si fuese el primero."
    Esa frase me recuerda sospechosamente a una mía, eh? ¬o¬

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